Una parte de la educación de los niños se basa en el respeto de unas normas determinadas. Estas normas deben servir para tener una mejor convivencia y trabajar en un ambiente de paz y tranquilidad, respetándonos entre nosotros.
Desde el inicio de la escolarización, enseñamos a los alumnos a comportarse bajo unas normas que hemos impuesto previamente. Si alguno o alguna no respeta esas normas, se produce un castigo hacia él o ella, que les recuerda que las deben respetar.
Pero muchas veces no explicamos a los alumnos por qué hay que respetar esas normas o por qué hay cosas que se pueden hacer y cosas que no. Esto hace que no lo comprendan y que les cueste recordarlas, o simplemente no quieran cumplirlas porque no les parece pertinente.
Por eso, si queremos que nuestros alumnos se adhieran a las normas que nosotras, como profesoras, hemos puesto, debemos seguir los siguientes consejos:
- Explicarles cada norma, con palabras adaptadas a ellos para que las comprendan correctamente.
- Poner normas coherentes y con un objetivo claro, no solo para ser figuras de autoridad.
- Poner imágenes con las normas repartidas por toda la clase, para recordárselas en todo momento.
- Tener presente que son niños, y no podemos exigirles lo mismo que a un adulto.
- No olvidar que los niños tiene unos derechos y debemos basarnos en ellos para poner las normas.
- Tener en cuenta la educación que están recibiendo en casa y respetarla lo máximo posible.
- Determinar los castigos que se pondrán de manera conjunta con los niños, en el momento en el que se presentan las normas, para que ellos los aprueben y lo entiendan cuando sean castigados.
- No imponerles castigos severos cuando no cumplen una norma, pues aún están aprendiendo.
- Aprovechar cuando un alumno no haya cumplido una norma para volver a explicar el porqué de la misma y reforzar así esa norma en esa persona y en los compañeros.
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